Esa ira venenosa
va y viene
con sus largos carros
tirados por un viento norte
que todo modifica,
hermético, polisemico
poseído de mis mensajes.
Lo grande, lo inmenso
de lo pequeño,
y la vida
con sus salas de espera
militantes del propio arraigo,
prisioneros de nacimiento,
atrapados por los pliegues
primitivos de la infancia.
La materia recuerda,
los átomos no olvidan,
a un evento le sobreviven
tres o cuatro señales
con los puntos cardinales
necesarios para orientarse.
Y esos rostros
más que justificar el encuentro
lo hacen parcialmente inmortal.
AOC. ©. 2017
Gráfica: Andre Kohn // Erika Kuhn // Bijou Karman
4 comentarios:
Es interesante como poéticamente has descrito "esa ira"
Gracias
Saludos
AOC
Un abrazo muy grande, Antonia.
Otro grande para ti Jorge, con mucho cariño
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