Exponerse al ojo ajeno
y desvestirse ante el espejo roto,
para mirarse los defectos
que deja cada quiebre
para seguir la simetría de la disolución.
Ser niño
y otras naturalezas descorazonadoras,
en una isla de conchas,
en una casa flotante
con sus propias
dilataciones de horizonte
y el embate de un sol equitativo.
Zigzagear por el intervalo
que significa
no estar en lo nuestro
y no estar en lo ajeno
dentro de una concha-cepo
con sus cebos y trinquetes.
Sólo reconozco mi casa
donde soy dueña y autora
de cada acto rutinario,
y donde los objetos se inscriben
en el estado civil del hogar
con sus sueños de piedra
de donde salen
los principios de la vida.
AOC ® 2016
Gráfica: Zhu Yiyong // Vania Zouravliov
// Tatka
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