En el surco de la ola
con la luna, la muerte tropieza
en una red de calles extraoficiales
con sus propios vengadores de derrotas.
Escuchar los ojos,
siguiendo una ciudad que no existe
para dejarse morir
en una vereda inconclusa,
para perderse totalmente
en esa trama urbana
de aguas viejas
con todo ese nudo de tiempo recalentado.
Posiblemente
el punto entre los ojos
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