domingo, 3 de septiembre de 2017

Expertos locales




Una migaja de sol
se posó en la cresta tenue
de una ola
como un ensayo de la naturaleza
que se sale de sí misma
gravitando hacia la luz
donde el espejismo se abre.

Vapor de piedra
sediento de horizonte,
irreal como un eco
de ese ojo etéreo 
que ve irisados cristales
en las pupilas profundas
de un itinerante amor.

Alguna vez
esa niebla fantástica
nos deja apresar
el esqueleto del mundo
con sus grandes líneas tectónicas,
como un trozo
auténtico de realidad,
como jardines de la neblina, 
como hijos profundos de la camanchaca.

Antonia Obiol - 2017 -
Gráfica: Erika Kuhn

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